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En una piscina mediana, de 200m2 de lámina de agua, pueden entrar simultáneamente 100 personas; en una jornada de ocho o diez horas
la afluencia se multiplica por tres o por cuatro.
Administrar, controlar, la afluencia de los propios usuarios y de los invitados no es tarea sencilla. Podría resultar una misión imposible, y cuando menos incómoda e ingrata,
el denegar el acceso o expulsar a algún presente no autorizado.
¿Qué le diríamos a un intruso y quién sería el encargado de decirlo? ¿El socorrista, el conserje,
alguno de los vecinos…?
Un torno o molinete de control de acceso daría la cara por usted, restringiría la entrada a las personas no autorizadas, y de esta forma estaríamos ofreciendo exclusividad y la tranquilidad de que a sus instalaciones, por seguridad y eficiencia, sólo pueden acceder personas previamente autorizadas.
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